Don Bosco encuentra en San Francisco de Sales –a quien recordamos en este día– un maestro inspirador en el modo y el estilo con que desarrollar su misión: la amabilidad que se hace cercanía, atención, escucha, presencia; la confianza en Dios que es tierno y misericordioso; la convicción de que la familiaridad y el afecto pueden transformar a toda persona para el bien.
Como educadores salesianos y salesianas somos optimistas, cordiales, dispuestos a dar el primer paso, a acoger siempre con bondad, respeto y paciencia. Estos no son “rasgos de personalidad” que algunos pueden tener y otros no. Son verdaderos requisitos carismáticos que tenemos que asumir y desplegar todos los que nos sentimos herederos y continuadores de su carisma. La alegría, la amabilidad, la cercanía y la ternura no son opcionales para el corazón salesiano… ¡Son esenciales! Y no son fruto de un simple esfuerzo o trabajo personal, son un don de Dios que se nutre de la esperanza en Él y su acción transformadora.
En el tercer día de la novena, renovamos el deseo de abrazar el espíritu salesiano (es decir, inspirado en San Francisco de Sales) como Don Bosco lo ha hecho.
En tiempos de confrontación, de desencuentros, de polarizaciones y maltrato, nos comprometemos a renovar la alegría, la amabilidad, la cercanía, el diálogo, el encuentro y el optimismo: signos y expresiones creíbles de que constantemente estamos...
¡Anclados en la Esperanza!
ORACIÓN:
Dios, Padre y Madre:
protección y ternura, inspiración y aliento.
Regálanos el don de la amabilidad que
estamos invitados a encarnar en cada gesto, actitud y relación. Haznos cercanos, afectuosos, alegres y optimistas,
a fin de que, como Don Bosco, seamos verdaderos signos y portadores de tu amor para los jóvenes
y para todos aquellos que pongas en nuestro camino. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
• Ponemos una intención especial por los miembros de nuestra Familia Educativa Salesiana que más les cuesta vivir la alegría y la amabilidad.