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PALABRA DE DIOS

Ámense los unos a los otros con amor fraternal, en cuanto a honra, prefiriendo los unos a los otros. En lo que requiere diligencia, no perezosos, fervientes en espíritu, sirviendo al Señor, gozosos en la esperanza, sufridos en la tribulación, constantes en la oración, compartiendo para las necesidades de los santos, practicando la hospitalidad, Bendigan a los que les persiguen, bendigan y no maldigan. Alégrense con los que gozan, lloren con los que lloran.

Rom 12, 10-15

 REFLEXIÓN BREVE

Iglesia implica comunidad, que acoge y acompaña. Pero… ¿de qué forma se está acompañando? ¿Se acompaña a todos por igual?

Jesús nos invita a todos sin excepción, pero como comunidad, a veces nos cuesta aceptar diversas formas de amar. El amor, inagotable y puro, no debe encasillarse; fluye, muta y se reinventa, hallando su pureza en la diversidad. Dios nos ama tal como somos y nos llama a hacer lo mismo con quienes nos rodean. Como Iglesia, seamos tierra fértil donde todos se sientan bienvenidos.

Reflexionar sobre el amor y acompañar la diversidad es un desafío urgente de nuestro tiempo. Aunque hemos tardado, el Espíritu Santo nos impulsa a asumir este compromiso con fidelidad y creatividad. Nuestra realidad es ineludible: todos vivimos entre luces y sombras. Esta verdad solo madura en el encuentro con los demás y con Dios.

Cada persona es un don. Sus luchas, límites y vida son lecciones de humanidad. Acoger al otro con sencillez y humildad es lo esencial- mente humano. Somos seres necesitados, y esa necesidad encuentra respuesta en los demás y en Dios. Reflexionemos y construyamos una comunidad que acoja, ame y valore la diversidad como expresión del amor divino.

ORACIÓN

“POR EL DON DE LA DIVERSIDAD EN LA IGLESIA”

Papa Francisco

No hay que tenerle miedo a la diversidad de carismas en la Iglesia. Al contrario, hay que alegrarse de vivir esta diversidad. Ya en las primeras comunidades cristianas, diversidad y unidad estaban muy presentes y en una tensión que debe resolverse en un plano superior. Más aún. Para avanzar por el camino de la fe necesitamos también el diálogo ecuménico con los hermanos y hermanas de otras confesiones y comunidades cristianas. No como algo que confunde o que molesta, sino como un regalo que Dios hace a la comunidad cristiana para que crezca como un solo cuerpo, el cuerpo de Cristo. Pensemos, por ejemplo, en las Iglesias Orientales. Tienen unas tradiciones propias, unos ritos litúrgicos característicos, pero mantienen la unidad de la fe. La refuerzan, no la dividen. Si nos guiamos por el Espíritu Santo, la riqueza, la variedad, la diversidad nunca provocan un conflicto. El Espíritu nos recuerda que ante todo somos hijos amados de Dios. Todos iguales en el amor de Dios y todos diferentes. Oremos al Espíritu Santo para que nos ayude a reconocer el don de los diferentes carismas dentro de las comunidades cristianas y a descubrir la riqueza de las diferentes tradiciones rituales dentro de la Iglesia Católica.

ENTRA EN TU INTERIOR

La dignidad humana regalada por Dios y el llamado universal a la santidad y salvación es para todos y todas y por ello el respeto y la acogida es el modo cristiano de ubicarnos delante de toda persona. Asumamos como cristianos el don de la fraternidad y de la comunión y «dejemos a Dios ser Dios “

Podemos repetirnos en oración cuando nos salga la crítica, ¿Quién soy yo para juzgar? cuando queramos señalar el pecado ajeno,

¿Quién soy yo para juzgar? Cuando nuestros actos dividan, discriminen o excluyan.

¿Quién soy yo para juzgar? Cuando nuestra vida tienda a ser una elite de perfectos.

¿Quién soy yo para juzgar? Cuando nuestra imagen de Dios no sea la del Evangelio.

¿Quién soy yo para juzgar? Cuando se instale el odio y el rechazo, ¿Quién soy yo para juzgar? Cuando levantes la mano para tirar la primera piedra, ¿Quién soy yo para juzgar? Cuando mires de lejos con miedo indiferente.

¿Quién soy yo para juzgar?

¿Cómo educar para la Diversidad en el mundo educativo?

¿Creo que puedo hacer algo al respecto?

Por el don de la diversidad en la Iglesia (Intenciones del Papa Francisco - enero 2024)

ORACIÓN FINAL

Jesús no acepta una sociedad que excluye. Dios no excluye ni castiga a nadie con la marginación.

Gracias Señor por convocarme a esta Misión de ir al encuentro de todos.

Me comprometo Señor a abrazar a la diversidad. Me comprometo a amar a todos los NNAJ, y a todos por igual.