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PALABRA DE DIOS

Habiendo llegado Jesús a Nazaret, le dijo al pueblo en la sinagoga: «En verdad les digo que ningún profeta es aceptado en su pueblo. Puedo aseguraros que en Israel había muchas viudas en los días de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías sino a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, sin embargo, ninguno de ellos fue curado sino Naámán, el sirio».

Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo echaron fuera del pueblo y lo llevaron hasta un precipicio del monte sobre el que estaba edificado su pueblo, con intención de despeñarlo.

Pero Jesús se abrió paso entre ellos y seguía su camino.

Lc 4, 24-30

REFLEXIÓN BREVE

Jesús desafía a los suyos con una verdad que no quieren escuchar: la salvación no está reservada a unos pocos, sino que Dios actúa donde hay necesidad. Este anuncio de amor universal provoca rechazo, ira y exclusión. Jesús, como los profetas antes que él, incomoda a los poderosos porque denuncia el egoísmo y revela el rostro de un Dios cercano a los marginados.

Somos invitados a ver, conmovernos y abrir caminos de inclusión, formando comunidades que sean testimonio vivo de la justicia y la fraternidad. En un mundo que a menudo niega el sufrimiento de los vulnerables, el Evangelio nos llama a escuchar y responder con amor valiente.

Que el ejemplo de Jesús y de tantos profetas contemporáneos nos inspire a levantar la voz frente a las injusticias y a trabajar con valentía por un mundo donde cada persona tenga un lugar digno y vida en abundancia.

ORACIÓN

Cierra los ojos y toma una respiración profunda. Siente el aire que entra y sale, un regalo compartido con todo lo que vive.

Lleva la atención al latido de tu corazón, y en silencio, busca reconocer nuestra conexión con todo lo que nos rodea. Trae a tu corazón aquellas personas cercanas que te acompañan y dedica un momento a desearles el bien. En la siguiente inhalación, incluye a personas con las que te cruzas día a día, pero te son indiferentes. Si es posible, con la siguiente respiración incluye aquellos con quienes te es más desafiante vincularte. Nos hemos acostumbrado a dividir: bueno o malo, propio o ajeno, justo o equivocado. Pero el Dios de la vida, nos invita a mirar con los ojos del amor y la interdependencia.

Siente tu cuerpo con una conciencia agradecida por todos los gestos de cuidado que le permiten estar hoy aquí, vivo. Como en la naturaleza, la verdadera fuerza nace de la cooperación, del cuidado mutuo y del apoyo. Si hoy estamos aquí, es porque alguien cuidó de nosotros. Nuestras vidas están entretejidas como el micelio en el bosque.

Siente tu columna fuerte, tus pies enraizados. Conecta con tu fortaleza. Cultivando la valentía de romper las barreras que nos separan, de tender la mano a quienes más lo necesitan y de ser instrumentos de reconciliación y justicia.

Hoy, Jesús, queremos mirar el mundo desde la verdad de que nada nos separa de los demás, porque en Ti, todos somos uno.

ENTRA EN TU INTERIOR

Te proponemos mirar tu contexto y preguntarte:

  • ¿Quiénes son los marginados, los perseguidos, los expulsados?
  • ¿Cómo te sientes frente a ellos? ¿Qué emociones, pensamientos, sensaciones te despiertan?
  • ¿Por qué son expulsados? ¿Qué nos vienen a mostrar?
  • ¿A qué te mueve esto?

¿Dónde y cómo puedes seguir andando en comunidad para la construcción del Reino?

ORACIÓN FINAL

Jesús, hoy te reconocemos en quienes son rechazados y perseguidos por alzar la voz frente a la injusticia.

Danos la valentía de vivir como profetas en nuestra tierra, de denunciar las estructuras que marginan y construir comunidades donde reine la verdad y la justicia.

Haznos sensibles al dolor de los más pequeños, y que, al estilo de María, sepamos acompañarlos con amor, compasión y entrega.

Amén.