PALABRA DE DIOS
En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: «¿Qué mandamiento es el primero de todos?».
Respondió Jesús: «El primero es: “Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser”. El segundo es este: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No hay mandamiento mayor que estos».
El escriba replicó: «Muy bien, Maestro, sin duda tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios».
Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: «No estás lejos del reino de Dios».
Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
Mc 12, 28-34
REFLEXIÓN BREVE
¡Dios es amor! Sólo por el amor conocemos a Dios. ¿Cómo amar lo que no conocemos? Amando al prójimo. Este es el camino de los dos mandamientos: amar a Dios y al prójimo. A través del amor al otro llegamos a Dios, pues el amor es de Dios. Por ello debemos amarnos mutuamente, como Jesús nos enseña.
Como, sabemos que “para educar a un niño hay que amarlo”. En nuestra tarea diaria encontramos rostros e historias de niños, niñas, adolescentes y jóvenes, muchos desde las periferias, que necesitan ser acompañados y amados. Sus vidas nos interpelan a comprometernos, legitimar sus derechos y amar desde la solidaridad, definida por Juan Pablo II como “la firme determinación de empeñarse por el bien común”.
El amor y la solidaridad nos hacen sensibles a la pobreza y vulnerabilidad, nos impulsan a crear una cultura del encuentro y enseñar a los jóvenes a compartir y servir. Este amor nos construye como comunidad, enfrentando el egoísmo que destruye.
En estos días de Cuaresma, reflexionemos sobre cómo expresar amor concreto al prójimo. Así encontramos la verdad de nuestra vida en Dios y los demás, construyendo desde el amor un mundo más justo y humano. ¿Qué gesto de amor realizarás hoy?
ORACIÓN
Señor, crea en mí un corazón nuevo, con la fuerza de tu amor, un corazón con el que pueda amar como Tú me estás amando, porque “sólo el amor convierte en milagro el barro”.
Te invitamos a hacer unos minutos de silencio interior escuchando la siguiente canción:
Sólo el amor - Silvio Rodríguez
Debes amar la arcilla que va en tus manos Debes amar su arena hasta la locura
Y si no, no la emprendas, que será en vano Solo el amor alumbra lo que perdura
Solo el amor convierte en milagro el barro Solo el amor alumbra lo que perdura
Solo el amor convierte en milagro el barro Debes amar el tiempo de los intentos
Debes amar la hora que nunca brilla Y si no, no pretendas tocar lo cierto Solo el amor engendra la maravilla
Solo el amor consigue encender lo muerto Solo el amor engendra la maravilla
Solo el amor consigue encender lo muerto
ENTRA EN TU INTERIOR
¡Descálzate! Tu prójimo es un lugar sagrado…
Una mañana en el retiro de Nazareth, me encontré con una expresión: Descalzarse para entrar en el otro. Y me sentí impulsada a leer las palabras del Éxodo: “no te acerques más, sácate tus sandalias, porque lo que pisas es un lugar sagrado”.
Jesús me presentaba uno a uno a mis hermanos y descubrí cómo, habitualmente, entro en el interior de cada uno sin descalzarme. Simplemente entro. Sin fijarme en el modo, entro.
Experimenté una fuerte necesidad de pedir perdón al Señor y a mis hermanos.
Sentí que el Señor me invitaba a descalzarme y luego a caminar.
Inmediatamente experimenté una resistencia: “no quería ensuciarme”.
Me resultaba más seguro andar calzada. Entonces vi dos cosas que me impiden entrar descalza en los otros: comodidad y temor.
Vencido ese primer momento comencé a caminar y el Señor a cada paso iba mostrándome algo nuevo.
Advertí cómo descalza podía descubrir: las alternativas del terreno que pisaba, distinguir lo húmedo y lo seco. Necesitaba mirar a cada paso lo que pisaba, estar atenta al lugar don- de iba a poner mi pie.
Me di cuenta de cuántas cosas del interior de mis hermanos me pasaban por alto, las des- conozco, no las tengo en cuenta para entrar calzada, la mirada puesta en mí o dispersa en múltiples cosas.
ORACIÓN FINAL
Jesús, maestro bueno, queremos seguir tus pasos
Danos tu Espíritu, para aprender a vivir en comunidad y ser artesanos de tu amor.
Ayúdanos a abrir el corazón para ponernos en el lugar del otro, descubrir sus problemas, entenderlo y ayudarlo.
Cambia nuestra mirada, buen Señor de la Vida. Acércanos a tus ojos para contemplar la vida, desde tu mirada amorosa,
Que sepamos cuidarnos unos a otros y construyamos una cultura de paz y amor.