Al igual que María, podemos cultivar una actitud de disponibilidad y entrega al sueño de Dios en nuestras vidas. Esto implica estar abiertos y receptivos a lo que Dios nos pide, viviendo en una continua actitud de búsqueda y discernimiento para poder seguirlo, incluso cuando no entendemos completamente el significado o propósito del camino que vamos viviendo.
Sueño de la Divina Pastora
Tuve un hermoso sueño: vi acercarse a una gran Señora que guiaba un numerosísimo rebaño, y dirigiéndose hacia mí y llamándome por mi nombre, me dijo: – “Mira Juanito, todo este rebaño te lo entrego a tus cuidados” Yo le dije: – “¿Y cómo me las arreglaré para cuidar de tantas ovejas y de tantos corderitos?” La Señora me respondió: – “No tengas miedo, yo estaré contigo”, y desapareció.
Nota: Los primeros años de estudio los compañeros de Juan lo veían preocupado y serio.
- Mira es que deseo estudiar y llegar a ser sacerdote, pero no veo cómo lograrlo porque mi mamá es sumamente pobre y no tengo quién me ayude para entrar en el seminario. Ni siquiera tengo dinero para los libros. No sé cómo llegaré a lo que más deseo, que es ser sacerdote.
Pero un día la familia Turco vio que el joven Bosco estaba alegrísimo, como quien ha recibido la más bella noticia.
- ¿Qué pasa Juanito, que estás tan contento en este día? Le preguntó el Padre de la familia Turco.
En adelante nadie vio preocupado al joven Bosco. Aunque la pobreza lo acorralaba, aunque los desprecios lo herían y a veces parecía que todo le faltaba (la pobreza lo acompañó hasta la muerte) nunca nadie lo vio triste o preocupado. El recordaba la frase de Nuestra Señora en su segundo sueño: “Yo estaré a tu lado y te ayudaré”. Y se cumplió a la letra.
Más de ochocientos milagros hizo en vida Don Bosco al rezar con fe a María Auxiliadora, y con su ayuda llevó a cabo obras portentosas con medios económicos y humanos que no representaban ninguna probabilidad de triunfo. El repetía siempre: “Si tenéis fe en María Auxiliadora veréis lo que son los milagros”.